Juan Cacho, su ópera prima, se erige como novela fácil y divertida, veraniega, popular en el mejor de los sentidos, con un lenguaje sencillo, directo y fresco. Narra las aventuras y desventuras de Juan, un profesor de matemáticas en paro que encuentra trabajo en una academia de verano. Las casualidades de la vida, que muchas veces superan la ficción, lo enredan en una vorágine de situaciones —asesinato incluido— de la que tendrá que ingeniárselas para salir indemne.
Francisco Palacios es un Charles Bukowski sin obscenidades ni desfases, en la más higiénica de las manifestaciones del «realismo sucio». Es un Alfredo Bryce Echenique sin delirios grotescos en sus añoranzas. Es un Eduardo Mendoza de las colmenas obreras de esta sociedad rutinaria. Es el hijo ficticio de Francisco Ibáñez y Agatha Christie.
El pobrecito hablador (http://www.elpobrecitohablador.com) es su rincón en Internet, un blog escrito con desparpajo y sin vergüenza donde se tratan temas de actualidad desde un punto de vista muy personal.