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Jueves, 09 Mayo 2013 21:46

La vida es sueño

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Esta semana traemos a esta sección a la que para muchos es la mejor obra del gran dramaturgo español de la comedia barroca (junto a Lope de Vega, por supuesto), don Pedro Calderón de la Barca: La vida es sueño.

La trama principal de la obra sigue la historia de Segismundo, príncipe de Polonia, que es encerrado en una cueva desde el mismo momento de su nacimiento por su padre, el rey Basilio, ya que este, gran experto en astrología, ha leído en las estrellas que su hijo sería un déspota y un tirano como gobernante, y que incluso derrocaría a su padre por la fuerza. Sin embargo, en el presente de la obra, Basilio decide dar a su hijo una oportunidad por miedo a haber cometido tal vez una injusticia con su interpretación de los designios astrales. Es esta oportunidad la que desencadenará el conflicto de la obra. Por supuesto, esta trama principal se ve completada y adornada por el típico imbroglio amoroso de la comedia barroca entre cuatro personajes desparejados (Rosaura, Astolfo, Estrella y el propio Segismundo) y, como no podía ser menos en Calderón, por un conflicto de honor que ha sido mancillado y tiene que ser convenientemente restituido.

Pero está claro que, aparte de estos últimos recursos, característicos de la gran mayoría de las comedias del Siglo de Oro español, el interés y la originalidad de la obra están realmente en dos aspectos: en primer lugar, en su profunda disquisición respecto a ese tópico tan genuino del Barroco como es la concepción de la vida como un sueño, en el cual vivimos engañados y del cual se puede despertar en cualquier momento, tema por cierto de total actualidad (¿a alguien le suena la palabra crisis?). Y en segundo lugar, en todas las implicaciones filosóficas y políticas que conllevan las acciones de Basilio y de Segismundo. ¿Hasta qué punto es justo condenar a alguien por faltas que aún no ha cometido? ¿Hasta qué punto está nuestro destino escrito y todo intento de escapar de él no hace sino asegurar que este se cumpla con más vehemencia (en esta idea es deudora sin duda del Edipo rey de Sófocles)? ¿Hasta qué punto es legítimo rebelarse contra los gobernantes cuando estos han actuado de manera injusta (pregunta de rabiosa actualidad también, aunque nada más lejos de mi intención que llamar a la rebelión)?

En definitiva, como sucede con todas las grandes obras, La vida es sueño habla de temas de interés universal e intemporal, y es por eso mismo por lo que nos sigue resultando interesante a nosotros, casi cuatrocientos años después de haber sido escrita, y seguirá hablando con total actualidad a quienes la lean dentro de otros cuatrocientos años.

Pedro Calderón de la Barca

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