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Viernes, 28 Junio 2013 15:29

Pedro Páramo

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Pedro Páramo (1955) es una de esas novelas que tienen un halo mítico. Me explico. Es una de esas obras que, aparte de sus incuestionables méritos literarios, se ha beneficiado de toda una serie de circunstancias extraliterarias que la han ayudado a ser considerada algo más que un “simple” libro. Y es que el hecho de que su autor, el narrador mexicano Juan Rulfo (1917-1986), no volviese a publicar nada más tras esta novela (y con sólo otra obra previa, el libro de relatos El llano en llamas), hasta 1980, poco antes de morir, fue durante muchos años motivo de asombro, teniendo en cuenta sobre todo el éxito tan arrollador tanto de crítica como público que había obtenido con Pedro Páramo. Si a esto le sumamos el respeto reverencial que han mostrado siempre tanto por Rulfo como por su novela otros grandes escritores latinoamericanos de su misma generación, como Borges, o de la generación posterior, como García Márquez o Carlos Fuentes, no es de extrañar el estatus de novela mítica que como decíamos al comienzo tiene Pedro Páramo.

Intentar resumir el argumento completo de Pedro Páramo no haría sino destrozar la sorpresa y el efecto que el propio Rulfo quería causar en el lector al concluir el libro. Baste decir que la novela comienza con Juan Preciado llegando al pueblo de Comala para reclamarle a su padre, Pedro Páramo, el cacique local, aquello que le pertenece. En su camino se irá encontrando con una serie de personajes con los que mantendrá diálogos que le harán darse cuenta (y a nosotros con él) de que Comala no es un pueblo normal... De todas formas, más incluso que el argumento, por lo que destaca sobre todo la novela es por la técnica narrativa empleada por Rulfo, de una complejidad casi sin precedentes en aquel momento, con una polifonía de voces que nos van contando la historia del pueblo desde múltiples puntos de vista, incluido el del propio Pedro Páramo, pero sin que tengamos muy claro a veces quién es el que está hablando en ese momento. De manera que es de ese tipo de novelas que hasta que no has terminado de leerla no la entiendes, y que generalmente necesitas de una segunda lectura para entenderla medianamente bien, algo que tampoco es un problema en este caso dada su brevedad.

A modo de curiosidad, otro de los elementos que más ha llamado la atención de los lectores de la novela durante años es la belleza de los nombres de los personajes. Pues bien, parece ser que Rulfo componía esos nombres utilizando una técnica bien curiosa. Se paseaba por los cementerios y tomaba un nombre de una lápida y lo unía con un apellido de otra lápida consiguiendo nombres de gran sonoridad como Fulgor Sedano, Eduviges Dyada o Toribio Aldrete.

En conclusión, la novela de Rulfo, está considerada una de las mejores novelas del siglo XX y, más aún, una de las más influyentes, habiendo sido señalada como una de las precursoras del realismo mágico latinoamericano y una de las novelas que revolucionó la técnica narrativa a mediados de siglo.

Retrato de Juan Rulfo

Juan Rulfo

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