AECL:
Muchos escritores en ciernes nos preguntan por cómo los autores consagrados llegaron a serlo. ¿Llegar a ser escritora fue una aventura, una meta o un regalo?
E.F.:
Ninguna de las tres cosas. Fue el resultado de una determinación férrea. Cuando tenía 18 años todo mi grupo de amigos de la universidad escribían, algunos de ellos muy bien. Si yo he llegado a publicar y a dedicarme a la literatura ha sido porque leí más, escribí más, taché más y, en resumen, me lo tomé más en serio. Publiqué mi primera novela con 23 años, y ahora tengo 37. No ha pasado un año sin escribir un libro, ni una semana sin escribir un artículo, ni más de dos días sin leer un libro. Mi dedicación a mi trabajo es absoluta. Yo no sé hacer las cosas de otra manera.
AECL:
En 2006 fundó una escuela literaria E+F. ¿Qué nuevos proyectos nos puede adelantar de E+F?
E.F.:
La escuela es sólo una parte de E+F, que es una empresa que se dedica a marketing, eventos, cursos, y en general, a dar contenido culturas a empresas y a la administración. Este otoño estamos organizando varios cursos de oratoria y expresión escrita para ejecutivos, un par de eventos de tema cultural, y, como siempre, atender los compromisos que tengo como autora.
AECL:
La Flor del Norte es su última novela, la historia de una mujer aparentemente delicada, aristócrata, melancólica... ¿Qué le ha llevado de la realidad de la sociedad enla que vivimos actualmente, ya ni mileurista, a la realidad del siglo XIII?
E.F.:
Era un proyecto anterior a mis ensayos "Mileuristas". Creo que tiene en común la compasión por las personas que no son comprendidas, o que no se adaptan, el tema de las falsas apariencias y prejuicios, y los interrogantes eternos: por qué el dolor, cómo aceptar la muerte...
AECL:
¿Para cuándo una nueva incursión en el mundo de la Literatura Infantil y Juvenil, después de La última batalla de Vincavec el bandido?
E.F.:
Querría haberme dedicado a ello este verano, pero este verano ya ha pasado y no he trabajado tanto como hubiera deseado. Una mezcla de agotamiento y pereza.
AECL:
Hay personas que se deslizan por el mundo yendo a trabajar y saludando de forma autómata a quien se cruza por la calle levantando levemente los ojos. También los hay que se paran ante el puesto de las flores y las observa con mirada tibia, las huele, las siente. A la hora de leer también existen esos dos tipos de personas pero, por desgracia, cada vez más de las primeras. ¿Qué es lo que ocurre para que cada vez se lea menos novelas entre la juventud, menos periódicos entre los profesores?
E.F.:
Hacen falta maestros vitales que nos obliguen a detenernos a observar lo que ocurre, y lo que sentimos, y sobre todo, un cambio de mentalidad en la que la inmediatez no sea el valor principal. Leer implica concentración, salir de uno mismo, un vocabulario adecuado a cada situación y una inteligencia que anticipe y relacione. Creo que todo ello son ventajas suficientes como para, desde un punto objetivo, tomárselo en serio. Luego, por supuesto, está la pasión, pero eso es algo que no puede explicarse, si no sólo transmitirse.
AECL:
¿Por qué leer?
E.F.:
En mi caso, porque es una de las cosas que más me gusta hacer en el mundo. Quizás la que más me gusta hacer. ¿Por qué leer? Porque es uno de los logros de la humanidad como tal, y porque nos mantiene eternamente jóvenes.
AECL:
Propónganos una forma de fomentar la lectura.
E.F.:
Prohíbanla. Funciona siempre.
Si no se desea ser tan drásticos, hablen de libros, organicen programas de libros, tertulias. Que el libro forme parte de la sociedad, y no de las estanterías. Y, por favor, que se callen los egocéntricos, los adictos a la atención y los que consideran que un buen crítico siempre hace malas críticas.
AECL:
Recomiéndenos un libro.
E.F.:
Las vírgenes suicidas, de J. Eugénides. Una novela que es un clásico contemporáneo. Posee la ventaja de que se rodara una buena película sobre ella, y que puede ayudar a acercar la historia a los perezosos.
Nosotros nos quedamos con una recomendación propia para nuestros
lectores: La Flor del Norte.