Este artículo es el resultado de un trabajo de colaboración entre Universidad y jardín de infancia. Verónica Bottero, Mª Eugenia Palma, Lisa Pelizza y Pablo Rosales entrevistaron a diez niños de un aula de infantil acerca de sus estrategias para localizar palabras, que se basaban principalmente en la identificación de letras. Sin embargo, tras dos únicas secuencias de enseñanza, donde se hizo hincapié en la contextualización de la labor de lectura como una tarea de resolución de problemas, así como en el muestreo, la inferencia y el control del proceso lector, la mayoría de los alumnos optaron por anticipaciones basadas no solo en indicadores textuales cualitativos (las letras) sino también en indicadores cuantitativos (número de palabras) y paratextuales (disposición gráfica, imágenes, etc.). Se deduce de ello que el aprendizaje de la lectura no debe ser concebido como una actividad aislada de decodificación sino que desde edades muy tempranas se pueden activar los complejos procesos que interactúan en una lectura eficaz.