Si hay un título sugerente en la narrativa española de los últimos veinticinco años ése sin duda es el de la novela del escritor barcelonés Juan Marsé (1933) El embrujo de Shanghai (1993). Tal vez precisamente esa capacidad de sugerencia del título contribuye a acentuar aún más la desazón que uno siente cuando comienza la lectura de la novela y, en principio, no encuentra en sus primeras páginas nada parecido a lo que su título anuncia. Y es que la de Marsé es una de esas novelas a las que les cuesta arrancar y entrar de verdad en faena. De hecho, de las apenas doscientas páginas que más o menos tiene la novela, en las cien primeras realmente no pasa casi nada. Supongo que a estas alturas algún avispado ya estará pensando que por qué la incluimos entonces en la sección de Recomendados. Pues la respuesta es muy sencilla: porque todo lo que se nos cuenta en la segunda mitad del libro compensa con creces la espera que suponen sus cien primeras páginas. De hecho, esas últimas cien páginas son, en mi opinión, de lo mejor que ha escrito nunca Marsé, miembro de una generación, la de los 50, con algunos autores destacados ya recomendados en esta misma sección como Manuel Vázquez Montalbán o Eduardo Mendoza.
A pesar de la brevedad de la novela su argumento no es fácil de resumir. En la Barcelona de 1948, las apariciones y desapariciones de los maquis, que llegan desde el otro lado de la frontera, y el relato de sus aventuras son lo único que anima el ambiente gris de la época más dura de la posguerra. El relato de la aventura de uno de esos héroes míticos, que embarca rumbo a Shanghai para cumplir una arriesgadísima misión entre pistoleros, ex nazis, bellas mujeres y siniestros clubes nocturnos, da sentido a la vida de dos adolescentes, Daniel y Susana, hasta que la realidad les haga despertar del embrujo.
Pero realmente este resumen (tomado directamente de la Wikipedia) no alcanza a expresar los puntos fuertes de la novela: la relación que se va estableciendo poco a poco entre los dos adolescentes con esos primeros momentos de sexualidad subyacente, la aparición en la torre de Forcat y el soplo de aire fresco y de esperanza que trae a sus vidas con sus relatos sobre las hazañas del Kim en tierras orientales, y sobre todo, el desencanto final que transmite ese dramático desenlace que implica a Susana a Forcat y a otro personaje despiadado y sin escrúpulos que hará su aparición en el último tercio de la novela.
La novela fue llevada al cine por Fernando Trueba en 2002, con un gran reparto que incluía a Antonio Resines, Fernando Fernán Gómez, Ariadna Gil, Eduard Fernández y Aida Folch.
Juan Marsé