Esther Geva.
The Ontario Institute for Studies in Education. Traducción: Angel González.
Hay evidencia sustancial de que el conocimiento implícito de la estructura del texto discrimina a los buenos lectores de los peores (Baker, 1979; Eamon, 1978-79; Marshall & Glock, 1978-79; Meyer, 1975; Meyer, Brandt & Bluth, 1980; Whaley, 1981). Los lectores hábiles utilizan probablemente su conocimiento aplicando sistemáticamente varias estrategias de lectura como la paráfrasis, solución de problemas y repaso (Bird, 1980; Olshavsky, 1976-77). Por ejemplo, un lector hábil puede releer un fragmento de texto manejando relaciones causales a fin de conseguir una mejor comprensión de la naturaleza de esas relaciones, pero pasará por encima de un fragmento en el que se da un ejemplo que se percibe como redundante.