El Tango de la Guardia Vieja
A mi manera, en 10 minutos.
La historia de Max Indomable y Mecha Mundana se enreda en El tango de la Guardia Vieja formando un código genético en el que las cadenas del pasado y el presente se entrelazan encontrando puntos de inflexión que definen perfectamente la complejidad del ser humano, y sus relaciones.
La narrativa del autor murciano tiene un estilo casi cinematográfico que, en esta ocasión, hace vivir la novela situándola en plena época dorada de Hollywood. Personalmente, me llevé una grata sorpresa al comprobar, bien avanzada la lectura, que el bailarín mundano negaba ser Cary Grant cuando ha sido ese actor, en todo momento, el que para mí ha llevado con elegancia el vestuario exquisitamente elegido del protagonista. Mecha, quizás, sería la hija imposible de Hayworth, Gardner y Bergman.
Por otro lado, la calidad literaria de la novela responde a la necesidad generalizada de muchos lectoresde sentirse constantemente sorprendidos por la magia de las imágenes que sólo pueden ser definidas con palabras, desde la originalidad y el buen gusto; ésas que se te quedan grabadas y que son carne de cañón tuitera. En descripciones, en los diálogos…, El Tango está repleto de eso que algunos llaman «frases buenas», que hacen que pares la lectura y te recrees (remito al final de la página 286 y principios de la 287, por ejemplo).
Es cierto que al que lea de forma habitual al escritor mediterráneo habrá situaciones y personas que no le sorprenderán, pero he ahí el quid de la cuestión: al igual que Cameron sorprendió, pulverizando las expectativas de las imaginaciones más desbordadas, a propios y extraños con la forma en que contó la manida historia de amor y ecología en Avatar, Pérez-Reverte se reinventa siendo menos novelista y más poeta cuando une Madrid con Sorrento en un lapsus temporal de tres décadas.
La lectura de alguna que otra obra suya (El Asedio, La reina del Sur, La carta esférica, La tabla de Flandes, El Club Dumas, Con ánimo de ofender, El capitán Alatriste...) me avalan como para afirmar que es su mejor novela. Para mi gusto, pues.