Esta semana traemos a esta sección a la que es hoy en día la autora más leída en lengua española (lo cual no la convierte ni mucho menos en la mejor, pero sí en la más popular), la escritora chilena Isabel Allende. Y más concretamente recomendamos la que sigue siendo aún (con mucha diferencia) su mejor obra: La casa de los espíritus (1982). Y es que con su primera novela Allende consiguió una obra que apasionó por igual a críticos y lectores, convirtiéndose de la noche a la mañana en un fenómeno de masas, lanzando al estrellato a su autora y haciendo de esta novela el símbolo y culminación del movimiento en el que se inscribe, el del post-boom de la novela latinoamericana de los ochenta. Algo parecido (salvando las distancias, por supuesto…) a lo que había conseguido quince años antes, en pleno boom de la narrativa latinoamericana, García Márquez con Cien años de soledad. No en vano ambos autores han sido comparados en infinidad de ocasiones por los estudiosos de la literatura, sobre todo por ser dos de los mejores representantes de lo que se ha llamado el “realismo mágico”.
La novela de Allende cuenta la historia de la familia Trueba: del patriarca Esteban, un hombre hecho a sí mismo pero, tal vez por eso, poseedor de un carácter despótico y obstinado; de su esposa Clara del Valle, de una sensibilidad especial que incluye poderes psíquicos; de la tía Férula y su enfermizo amor hacia Clara; de Blanca, la hija rebelde del matrimonio Trueba; de Pedro Tercero García, el hijo del capataz de las tierras de los Trueba, avocado a enfrentarse a Esteban Trueba. Y de una serie de inolvidables personajes como Rosa la bella, la prostituta de buen corazón Tránsito Soto o el malvado Esteban García. Las relaciones de amor y odio entre todos ellos sirven a la escritora para mostrarnos como telón de fondo la historia de su país, Chile, durante los primeros setenta y cinco años del siglo XX, desde las primeras elecciones “democráticas” hasta la presidencia del Candidato (que representa claramente a Salvador Allende, tío lejano de la escritora y no su padre, como cree erróneamente mucha gente…) y su sangriento derrocamiento mediante un golpe de estado (el de Pinochet, evidentemente).
Tal vez, la superioridad de esta novela respecto al resto de la obra de Allende radique en que en ella cuenta la historia de su propia familia. No en vano fue iniciada como una carta a su abuelo cuando le llegó la noticia de que éste estaba muy enfermo. La pasión, la fuerza y la seriedad del propósito de crítica sociopolítica del que hace gala la novelista chilena en esta novela no ha sido nunca igualado en el resto de su obra (a pesar de libros tan interesantes como De amor y de sombras, Cuentos de Eva Luna, El plan infinito o Paula) y mucho menos en los últimos años en los que definitivamente su literatura ha tomado una deriva popular y bastante vacía de contenido.
Isabel Allende