Si hay un escritor en la literatura española con cuya poesía se identifican todos los lectores, ése es sin duda el sevillano Gustavo Adolfo Bécquer. Y es que las Rimas de Bécquer, publicadas por primera vez en 1871 de manera póstuma por los amigos del poeta, tienen como principales virtudes por un lado su asombrosa capacidad de síntesis y por otro un enorme poder de evocación y de sugerencia. Conclusión: no se puede decir más con menos recursos lingüísticos. Así, por poner un ejemplo, en un poemita de apenas ocho versos como la rima XXX, aquella que empieza “Asomaba a sus ojos una lágrima / y a mi labio una frase de perdón”, se está evocando toda una historia de amor o de desamor de varios años que el lector se puede imaginar fácilmente.
Si a estas dos sumamos la que es la tercera gran virtud de las Rimas, que es la universalidad de los sentimientos y sensaciones que se expresan en ellas, no es de extrañar que logren ese efecto de identificación popular al que aludíamos antes. Cualquier lector de cualquier edad, sexo, condición, e incluso de cualquier parte del mundo leerá las Rimas pensando que muchas de las cosas que en ellas se cuentan le han pasado a él mismo en algún momento de su vida. Y no estamos hablando únicamente de las de tema amatorio, ya que aquellas dedicadas a los límites entre el mundo consciente y el de los sueños, o aquellas que tratan sobre la creación literaria son igualmente sugestivas.
A todo ello hay que añadir el enorme talento de Bécquer para lograr un ritmo interno concreto en cada poema, que hace que al lector se le queden en la memoria casi sin esfuerzo, con lo cual es fácil entender que todo el que las ha leído alguna vez las tenga al menos una o dos preferidas, que además se sabe de memoria. Por supuesto las más populares son aquellas que comienzan “Volverán las oscuras golondrinas” (Rima LIII), “Por una mirada, un mundo” (Rima XXIII) o “¿Qué es poesía?, dices mientras clavas” (Rima XXI), pero es probable que una lectura atenta o una relectura de las mismas haga a los lectores darse cuenta de que no necesariamente son estas las mejores, y que en esta colección de poemas hay auténticas joyas escondidas esperando a que las descubramos.