Con la trilogía sobre Escipión compuesta por Africanus: el hijo del cónsul, Las legiones malditas y La traición de Roma, el escritor español Santiago Posteguillo (Valencia, 1967), aparte de lograr un éxito de ventas bastante notorio, ha conseguido algo que para nosotros es mucho más difícil y más importante: construir una novela histórica “de romanos” que resiste la comparación con la que en esta misma sección hemos denominado alguna vez “la mejor novela de romanos”, el Yo, Claudio de Robert Graves.
Y es que Posteguillo ha cautivado a miles de lectores con esta historia planteada en torno a las figuras históricas del gran general romano Publio Cornelio Escipión, conocido como “el africano”, y su antagonista Aníbal Barca, el gran general de los ejércitos cartagineses. Intentar resumir aquí el argumento de una historia que se desarrolla a lo largo de tres volúmenes de alrededor de seiscientas páginas cada uno sería inútil. Baste decir que sobre la base de esta rivalidad entre dos de los considerados mejores estrategas militares de todos los tiempos, el novelista construye todo un mundo de intrigas políticas, amor, amistad, pasión sexual y traición que “engancha” al lector como pocas novelas históricas han conseguido hacer en los últimos años. Así vemos desfilar por estas páginas a personajes tan fascinantes como el siempre fiel lugarteniente de Escipión, Cayo Lelio, la bella y enigmática esclava Netikerty, el escritor Plauto de orígenes tan humildes, la ambiciosa princesa cartaginesa Sofonisba, y sobre todo los dos malos de la función: el anciano senador Fabio Máximo y su discípulo Catón, ambos personajes maquiavélicos y sibilinos, a la altura de la Livia de Yo, Claudio.
Además, Posteguillo, con la elección de Escipión como héroe de su obra viene a llenar dos llamativas carencias que había en el subgénero de la “novela de romanos”: la primera la de dedicar una gran novela histórica a uno de los personajes más importantes de la historia de Roma, como es Escipión, “el africano”, ya que hasta donde nosotros sabemos no existía ninguna novela histórica de referencia sobre este personajes. La otra gran carencia era la de dedicar una novela de romanos a algún personaje con gran vinculación con Hispania (Escipión fue el conquistador y unificador de prácticamente toda la península ibérica bajo el poder del imperio romano). Y es que (tal como ha explicado en alguna ocasión el propio escritor) la gran mayoría de “novelas de romanos” han sido escritas por novelistas británicos, que le dan siempre gran importancia a cualquier mínima vinculación entre Roma y Britania, cuando en la historia de Roma Britania fue siempre una provincia periférica y casi sin importancia, mientras que Hispania tuvo desde muy al comienzo una importancia clave en la historia de Roma y una gran trascendencia en su vida política y militar.
Para concluir, una última advertencia, aunque les pueda parecer increíble viendo los tres “ladrillos” que componen la trilogía: más vale que la reserven para cuando sepan que van a tener tiempo libre disponible por delante, porque desde que empiecen la primera página no van a parar hasta cerrar la tapa del último volumen. Así de adictivo es el estilo de Posteguillo.
Santiago Posteguillo