Uno de los grandes perfeccionadores universales del género del relato breve es, sin duda, el gran escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849). Narrador y poeta, símbolo del romanticismo norteamericano con su famoso poema El cuervo, es uno de esos casos en los que la obra de un escritor está completamente condicionada por su modo de vida. Poe tuvo problemas desde muy joven con el juego y el alcohol y especialmente con su tendencia a la rebeldía ante las normas. Todo ello sumado a los problemas que le dio una psique torturada hizo que encontrara una vía de escape y desahogo en el género del relato breve que él perfeccionó y llevó a un estilo muy personal inundándolo de elementos macabros y mezclando en muchos de ellos amor y muerte. Así, Poe, que se convirtió muy joven en periodista fue dando salida a través de periódicos en los que trabajó a un enorme caudal de historias que con el paso del tiempo han ido cautivando a millones de lectores.
Desde los relatos más conocidos universalmente como El barril de amontillado, El corazón delator, La caída de la casa Usher, El pozo y el péndulo hasta otros menos recordados pero igualmente magníficos como La máscara de la Muerte Roja, El retrato oval, Una historia de las montañas Ragged o William Wilson, todo el que lee a Poe lo suele convertir en uno de sus escritores favoritos, y suele escoger su propio relato favorito de Poe. A mí El gato negro me sigue pareciendo el más escalofriante, porque me parece el más representativo de los problemas psicológicos de Poe a los que hemos aludido anteriormente, aunque también he de reconocer que el conjunto de relatos que tratan el tema de los enterramientos en vida y la necrofilia compuesto por Berenice, Ligeia, Morella, El enterramiento prematuro y La caja oblonga no se queda atrás en este sentido.
Pero Poe es mucho más que eso. Es también el creador del relato detectivesco (casi cincuenta años antes de Conan Doyle) con las narraciones protagonizadas por Dupin como La carta robada y especialmente con uno de sus relatos más conocidos, Los crímenes de la rue Morgue. Y sobre todo, es un escritor que ha tenido una influencia enorme en la historia de la literatura posterior, debiéndole mucho a su manera de entender la escritura gente como Bécquer, los modernistas españoles o un escritor aparentemente tan lejano a él como pueda ser García Márquez.
En definitiva, Poe se ha convertido en apenas dos siglos en todo un icono de la cultura occidental, habiendo sido llevados al cine casi todos sus relatos entre los años 60 y 70 del siglo pasado y quien más y quien menos conoce a Poe, aunque sea a través de alguna de estas adaptaciones. Pero también es verdad que existe toda una nueva generación que no ha conocido estas viejas películas en blanco y negro y que apenas ha oído hablar de Poe y es sobre todo a ellos a quienes queremos animar aquí a volver a su obra. Crímenes, muertes terribles, enterramientos en vida, necrofilia, emparedamientos, asesinatos sangrientos por resolver y, en general, elementos sobrenaturales por doquier. Qué más se puede pedir…
Edgar Allan Poe