Eurípides (480 – 406 a.C.) forma junto a Esquilo y Sófocles el trío de grandes autores trágicos griegos de la época clásica, siendo él el último cronológicamente y el que llevó al género de la tragedia a su más alta perfección técnica. Pero si hay algo que distingue al teatro de Eurípides del de los otros dos grandes es su predilección por las heroínas pasionales. Y es que en varias de sus tragedias (Medea, Electra…) se mostraba al público cómo afectaban las pasiones a sus protagonistas. Pero, como ha afirmado Adrados, fue sobre todo el hecho de que fueran “demasiado evidentes su simpatía por las heroínas de sus tragedias y su afirmación repetida del imperio de la pasión sobre la razón” lo que produjo un choque con la mentalidad tradicional de otros autores más conservadores, como Aristófanes, y del público en general. Y en ese sentido probablemente su obra más controvertida fuese su Hipólito, del que llegó a hacer dos versiones ya que la primera había supuesto un fracaso rotundo por ser considerada demasiado liberal para la época. Es la segunda versión, más suavizada, la que nos ha llegado.
La trama del Hipólito es una variante del conocido como motivo de “Putifar”, muy frecuente en las sagas de diversas culturas. Básicamente consiste en que una mujer casada se enamora de un joven, le declara su amor y éste la rechaza. Ella, resentida por el rechazo, lo acusa ante su marido de haber intentado violarla y el marido finalmente trata de castigar al joven. Pero si algo destaca de la utilización que hace Eurípides de este motivo es que a través del personaje de Fedra y su amor imposible por Hipólito lleva a cabo una recreación magistral de la pasión amorosa que desemboca en enfermedad. Y es que cuando Fedra se convence, a través del interrogatorio de su nodriza, de que está enamorada del hijo de su marido Teseo intenta por todos los medios no rendirse a su pasión, lo que desencadenará en ella los síntomas de la enfermedad del amor. Pero es la propia nodriza (auténtica antecesora de la Celestina) la que por amor a su ama le revelará el secreto a Hipólito y desencadenará el drama final.
En definitiva, el Hipólito de Eurípides sigue siendo hoy día una de las obras del teatro antiguo que mejor han resistido al paso del tiempo y que, por lo tanto, siguen estremeciéndonos tanto a través de la lectura individual, como sobre todo cuando la vemos representada en escena.
Eurípides