La mayoría de la gente tiende a pensar que la consideración de Gabriel García Márquez como genio de las letras se debe al conjunto de su obra. Vamos, que todo lo que ha escrito son obras maestras. Y no es así, ni mucho menos. Su carrera es de una gran irregularidad. Hay obras de juventud como el libro de cuentos Ojos de perro azul o de madurez como El general en su laberinto que son realmente infumables, y algunas otras como La hojarasca o La mala hora de un nivel medio que no pasarán precisamente a la historia de la literatura. En realidad, si García Márquez está considerado el mejor escritor vivo en lengua castellana es porque muy pocos escritores en la historia de la literatura han sido capaces de producir ¡¡¡cinco!!! obras maestras que forman parte del canon de la literatura occidental por derecho propio: Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera (que ya recomendamos hace algún tiempo en esta misma sección), El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca y la que hoy recomendamos, Crónica de una muerte anunciada (1981).
Y es que en pocas obras de la literatura universal podemos encontrar un alarde tan impresionante de dominio técnico del arte de narrar como en esta “novelita” de apenas 135 páginas. Escrita por un García Márquez en plena madurez y en posesión ya de todos sus inmensos recursos como escritor, la novela pretende ser la reconstrucción de un terrible crimen real que había tenido lugar casi treinta años antes en el pueblo en el que vivía la familia del propio autor y en el que la víctima era amigo personal del joven García Márquez, que no estaba allí en el momento de los hechos pero que quedó marcado para toda la vida. Podría decirse entonces que básicamente es una novela de crímenes o de detectives. Sin embargo, García Márquez en una decisión técnica muy arriesgada y para la que hace falta una gran seguridad en el propio talento narrativo, decidió contar ya en el primer capítulo quién es la víctima y quiénes los asesinos. De hecho el libro comienza con una de las prolepsis más famosas de la historia de la literatura: “El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”, y al final de ese primer capítulo ya lo han matado. De este modo García Márquez puso patas arriba la estructura del género detectivesco y abortó la posibilidad de que la atención del lector se dirigiese exclusivamente al “quién” cometió el crimen pretendiendo ir al final del libro para despejar la duda. Por el contrario, él en ese primer capítulo dice al lector mira los asesinos fueron estos y ya lo han matado, ahora si quieres quedarte conmigo te contaré el “cómo” y el “porqué”. Y la descripción de ese “cómo” y ese “porqué” es minuciosa y sencillamente brillante.
De este modo no estropeamos nada si contamos que el argumento base de la obra consiste en que durante la fiesta de celebración de la boda de Ángela Vicario y Bayardo San Román, los hermanos de ella buscan y matan a Santiago Nasar después de que Bayardo repudie a su esposa al comprobar en la noche de bodas que ésta no es virgen y en el interrogatorio subsiguiente ella señale a Nasar como el culpable de su deshonra. Como vemos es un argumento en principio sencillo y aparentemente fácil de contar. La clave, lo que hace distinto a este crimen de otros es que todo el pueblo sabía lo que iba a pasar y nadie hizo nada, y es esa la cuestión en la que García Márquez realmente centra su atención. El hecho de que la novela sea un intento de analizar cómo pudo ser eso posible es lo que la convierte en la auténtica obra maestra que es…
Gabriel García Márquez