La escritora británica Angela Carter (1940-1992) ha ido alcanzando con los años un estatus de autora de culto, al que probablemente haya contribuido su prematura muerte a los cincuenta y dos años debido a un cáncer. Pero desde luego no se puede negar que es dueña de una voz narrativa muy pero que muy personal. En su iconoclasta producción se entremezclan el interés por los cuentos infantiles tradicionales, la influencia del surrealismo francés y una perspectiva feminista revolucionaria para su época, lo que da como resultado una de las obras más personales e inclasificables de la segunda mitad del siglo XX. Esta semana recomendamos la que nos parece su obra más conseguida La cámara sangrienta y otros cuentos (1979).
Se trata, como su propio nombre indica de una antología de relatos breves (aunque la extensión de unos y otros es muy diversa ya que los hay desde apenas dos páginas hasta alguno de más de cuarenta…). Todos ellos tienen un punto en común, un hilo que vertebra la obra en su conjunto. Y es que cada uno de ellos es una relectura o una mezcla de uno o varios cuentos infantiles: desde Barbazul a Caperucita roja, pasando por Alicia en el país de las maravillas, El gato con botas o La bella y la bestia. Pero cada uno de los cuentos de Angela Carter reinterpreta el cuento tradicional que toma de partida de tal modo que queda prácticamente irreconocible. Especialmente curioso resultan en ese sentido uno titulado “Micifuz con botas”, en el cual vemos la perspectiva del propio gato protagonista, y “En compañía de lobos”, que presenta a una Caperucita que sabe usar bien sus armas de mujer para controlar al lobo. También el que da título al volumen “La cámara sangrienta” supone una curiosa reinterpretación del cuento de Barbazul, que tal vez sea un cuento menos conocido en el mundo hispano pero no así en el anglosajón. Pero que nadie se confunda y vaya buscando historias escritas en un estilo llano, ligero y fácil de seguir al modo de los cuentos infantiles, porque la escritura de Ángela Carter es todo lo contrario: lo onírico y lo sexual prima sobre lo racional, lo ordenado y lo lógico. A la autora lo que de verdad parece importarle en cada cuento es crear una determinada atmósfera, de manera que a veces nos cueste seguir el hilo de lo que se está contando… pero aún así el relato nos sigue atrayendo.
En definitiva, una obra que no es precisamente de fácil lectura, pero en la que lo poético, lo surrealista y lo onírico se cuelan constantemente en el mundo de los cuentos de hadas con resultados únicos.
Angela Carter