Esta semana traemos a esta sección a uno de los grandes narradores anglosajones de la segunda mitad del siglo XX, que en España ha sido durante mucho tiempo un gran desconocido, pero que en los últimos tiempos, gracias a la reedición de sus obras que está llevando a cabo la editorial Libros del Asteroide, está siendo descubierto por el gran público y se está convirtiendo para muchos en un autor de culto. Nos estamos refiriendo al escritor canadiense Robertson Davies (1913-1995), excelso narrador que se hizo famoso por organizar sus novelas en trilogías, la más famosa y la mejor de las cuales es, sin duda, la Trilogía de Deptford, compuesta por El quinto en discordia, Mantícora y El mundo de los prodigios. Davies es dueño de un estilo muy particular y reconocible para sus lectores, caracterizado sobre todo un fino humor cargado de ironía.
Pero en esta sección no vamos a recomendar ninguna de las consideradas sus grandes obras, sino que vamos a recomendar una obra menor pero francamente deliciosa. Se trata de Espíritu festivo. Cuentos de fantasmas. Publicada por Davies en 1982, es esta una obra muy particular por su curioso proceso de gestación. Se trata de una colección de historias de fantasmas que nunca fueron pensadas para conformar un libro ni para ser publicadas, sino que, tal como explica el propio autor en el prólogo fueron pensadas para ser leídas a un auditorio. Y es que Davies ocupó durante dieciocho años el cargo de decano de Massey College, facultad y residencia universitaria de la Universidad de Toronto. Y desde su primer año allí se instauró la tradición de que cada navidad se hacía una cena especial que concluía con la lectura, a petición de la comunidad universitaria, de un cuento de fantasmas escrito y leído en voz alta por el propio Davies, reputado escritor ya en aquel entonces.
Pero como explica también Davies, no se trata de cuentos de fantasmas al uso, sino más bien de parodias de los cuentos de fantasmas cargadas de la ironía propia del estilo de Davies. Así encontramos relatos tan hilarantes como “El fantasma que desapareció a fuerza de títulos”, “Refugio para santos denostados”, “El feo espectro del sexismo” y “Conversaciones con la mesita” por citar sólo algunos de los más divertidos.
En definitiva, una obra que, a pesar de que en algunos momento nos pueda resultar un poco difícil de seguir por estar llena de referencias a la vida cultural y académica de la Canadá de la época sobre las cuales a un lector medio le falta bagaje, nos provoca en todo momento una sonrisa y nos deja con la sensación de estar ante un autor con una clara personalidad y que no se parece a nada que hayamos leído previamente.
Robertson Davies