Emilio Sánchez Miguel.
Probablemente, la noción de comprensión lectora haya quedado asociada a la resonancia que han tenido en la opinión pública los informes internacionales que muestran que nuestros escolares alcanzan unos logros decepcionantes cuando han de interpretar textos escritos. Estas páginas no tratan directamente de explicar el porqué de esa situación, pero será inevitable que tras aclarar en qué consiste el complejísimo proceso mental que encierra la comprensión de los textos y el largo camino que media hasta llegar a ser un lector competente, podamos enjuiciar con mejores bases el reto educativo que hemos asumido al proponernos universalizar la alfabetización de toda la población. Antes, sin embargo, hay una cuestión previa que debemos atender y que quizás sea la que asalte en primer lugar a alguien ajeno a este tema: cómo es posible saber algo sobre lo que «hacemos mentalmente» cuando nuestros ojos se desplazan silenciosos por la página impresa y extraemos e interpretamos la información contenida en ella. Parece obvio que sin la certeza de que este fenómeno es estudiable, este capítulo tendría muy poco sentido. De esta manera, hay cuatro preguntas que intentaremos contestar en las páginas que siguen: ¿Qué ocurre en nuestra mente cuando se interpreta un texto escrito? ¿Cómo nos convertimos en lectores competentes? ¿Qué reto educativo encierra el intentar conseguir que toda la población sea competente? A estas preguntas hay que añadir la que sirve de preámbulo: ¿cómo es posible estudiar este tipo de fenómenos de forma rigurosa y válida?