Mi planta de naranja lima. José Mauro de Vasconcelos.
Este maravilloso libro lo heredé de mi madre, Dora, lo leí hace años y aprovechando el verano lo he releído y apreciado mucho más.
Jose Mauro Vasconcelos, (Río de Janeiro, 1920 - 1984), autor de obras destacadas como Mi planta de naranja lima, Rosinha, mi canoa y Vamos a calentar el sol.
Escrita en 1968, traducida a más de treinta idiomas, convierte al autor en el escritor brasileño más leído fuera de sus fronteras tras Jorge Amado.
La novela pertenece al mencionado “realismo mágico”, tipo de narrativa en el que se supedita el positivismo a la fantasía. Un tipo de narrativa que se basa en la idea de que es posible acceder a otro tipo de realidad a través del inconsciente, del sueño y/o la imaginación. Una forma de percepción de la realidad que se encuentra en ciertas expresiones literarias de culturas aborígenes precolombinas.
Novela que contiene trazos autobiográficos, narrada en primera persona por Zezé, de cinco años que cuenta sus aventuras y desventuras, él quiere ser poeta y llevar pajarita, pero la vida le depara algo totalmente diferente, miseria e incomprensión. Nos sitúa en una pobreza absoluta, retrato del Brasil más desfavorecido y nos cuenta los recuerdos de un niño maltratado por el destino. El autor continúa la historia en Vamos a calentar el sol.
Zezé es pura travesura y recibe regaños y tundas; en el colegio es un pan de niño con corazón de oro que tiene encandilado a la maestra. Cuando está triste por los avatares de la vida se refugia en su amigo Minguinho, un árbol de naranja lima, con él comparte sus secretos y en el Portugués, dueño del coche más bonito del barrio. Del coche del que intentaba colgarse por la parte trasera para viajar oculto a la escuela, o como le decían “hacer el murciélago”.
Zezé también se refugia en la música, en los tangos, en las tristes notas de su madre en el lavadero, en las interpretaciones del Sr. Ariovaldo: “Como yo no podía cantar por fuera, comencé a cantar por dentro”.
Un día inventa ir con su hermano pequeño, Luis y su hermana mayor, Gloria, a un reparto que habrá de juguetes el día antes de navidad. Como la hermana no los puede acompañar se van con el cartero que los deja antes de su destino y los dos niños han de seguir el camino solo, se les hace largo y cuando llegan el camión de reparto de juguetes ya se ha ido. Zezé entonces decide regalarle a Luis el caballo de madera que le regaló su tío Edmundo por aprender a leer solo a la edad de cinco años. Cuando descubre que no ha recibido regalos por navidad exclama: “¡Qué desgracia es tener un padre pobre!”.
La vida le da reveses continuamente, como van a ensanchar la calle cortarán a su Minguinho, su planta, su amiga íntima; el padre intenta consolarlo pero Zezé responde: “Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima”.
En la misma época su amigo el Portuga es atropellado por el tren mangaratiba, cosa que afecta profundamente a Zezé que se mete en cama entristecido durante unas tres semanas. Eso sí, en estas semanas su padre ha sido empleado en una empresa de la ciudad y tiene un buen cargo, cosa que ayudará a sobrellevar la economía familiar, parece que los tiempos de pobreza han llegado a su fin.
En el último capítulo, Zezé ya tiene cuarenta y ocho años escribe una carta a Manuel Valadares, confiesa los sentimientos que ha tenido a lo largo de su vida, agradece al Portuga todo el cariño, amor y las cosas que en vida le brindó. También le dice que le contaron las cosas demasiado pronto, y se despide. Tuvo un crecimiento precoz que se ve reflejado a lo largo de todo el libro, llevándonos a la conclusión de que un niño tiene que vivir en su mundo, jugar, divertirse, imaginar cosas y no padecer los problemas de los adultos como a él le tocó.